Otra primavera que viene llegando y yo, aquí, en mi refugio, asilo que me propuse, contrariando a las estaciones de las parejas, de los enamoramientos y de los amores que están juntitos. Otra primavera que no será como las otras. Otra estación que no fue como otra. Que es singular con sus ingredientes nuevos, aunque únicos. Acrecida de fama, reconocimiento, popularidad conquistadas y faltante en vida humana que cede cariño. La búsqueda no para, el camino es siempre desviado, y las protuberancias me proponen la caída: yo me dejo caer y permito que la vaguedad me consuma.
No prometo nada, no me prometo nada, la vida, la vida joven, sobre todo, existe para que la disfrutemos, y además, ya no tengo créditos, mis promesas tienen el mismo valor que el hilo de una navaja ciega.
La primavera que debería recolectar las bonanzas tras el rigor hibernal, ahora coge las intemperies merecibles como la cigarra hedonista.
Sin embargo, aun existe una llama ofuscada dentro de algún lugar en mí que me hace conciente y me guía en esta casi total insanidad.
Me callo para que no sea una amenaza a la esencia de la primavera, me callo para que no hiera a los que creen en los sueños de esta estación florida, me callo porque no quiero salar a los ríos. Me callo porque es parte de mí la serenidad. Salgo de escena porque necesito ser una persona nueva, capaz de entender un poco de lo que es la primavera. Y ser capaz de sentir todos sus olores, admirar todos sus colores y sentir el amor evocado a partir de un simple beso. ¡Quiero enamorarme!
domingo, 28 de março de 2010
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